¿Sabes qué son los costes hundidos?

Para cualquier emprendedor es importante tener conciencia y saber identificar correctamente los costes hundidos para que no influyan en la toma de decisiones cuando se trata de continuar con la inversión en un proyecto.

Técnicamente, los costes hundidos son aquellos costes en los que ya se ha incurrido y no se podrán recuperar en el futuro. Incluyen el tiempo, el dinero u otros recursos que se gastaron en un proyecto, inversión u otra actividad y que no se podrán recuperar.

Con el Curso Superior en Contabilidad de Costes que ofrece el Instituto europeo de Asesoría Fiscal INEAF podrás profundizar en el estudio de este tipo de costes y descubrir otros que afectan al desarrollo del mundo empresarial.

¿Cómo se identifican los costos hundidos?

La mejor forma de identificar los costes hundidos en una inversión es verlo con algunos ejemplos.

Imagina que tu empresa quiere lanzar un nuevo producto y para ello encarga un estudio de mercado que le ha costado 3.000 euros y un diseño nuevo para el producto por el que ha pagado 10.000 euros. Además del desembolso económico de los servicios que se han contrata, al proyecto se le ha dedicado tiempo no cuantificado.

La empresa debe de tener claro que los 13.000 euros invertidos son costes hundidos y, por tanto, no deben influir en la decisión acerca del producto. Esto quiere decir que, aunque exista la presión de querer recuperar el dinero gastado, esto no debe interferir en la evaluación acerca de la continuación o no del proyecto.

Cuando el empresario cae en el error de querer recuperar los costes hundidos y por ese motivo siguen invirtiendo en proyectos que no son rentables, da pie a la “falacia de los costos hundidos”.

¿Qué es una falacia de costos hundidos?

En muchas ocasiones, el coste hundido se asocia con la falacia del coste hundido. Este fenómeno se produce cuando el emprendedor del proyecto se aferra a una decisión con la excusa de que ya ha gastado dinero y quiere asegurarse de no perderlo.

Esta falacia es independiente del importe del desembolso financiero efectuado. Podemos verlo con el ejemplo de la realización de una receta. Imagina que compras los ingredientes y que preparas toda la masa para hacer un pastel. Cuando llega el momento de hornearlo te das cuenta de que el horno está roto y, por lo tanto, no puedes hornearlo.

En lugar de tirar la masa, decides cocinarlo en el microondas para aprovechar el gasto de los ingredientes.

Esa es la falacia del coste hundido en el trabajo. Los costes de compra de los ingredientes ya no se pueden recuperar, pero en lugar de aceptar la derrota y abandonar el proyecto de la receta, el cocinero decide incurrir en más gastos de luz para tratar de salvar su inversión.

La falacia de los costes hundidos se manifiesta en los negocios continuamente. En una película, la investigación realizada para su lanzamiento al mercado puede determinar que su popularidad no será muy alta. En este caso, el productor puede seguir invirtiendo dinero en publicidad para fomentar la obra e intentar suplir las posibles pérdidas. Sin embargo, lo que probablemente hará es crear aún más pérdidas.

¿Qué diferencia hay entre los costos hundidos y los costos de oportunidad?

A diferencia de los costes hundidos, los costos de oportunidad no implican necesariamente salidas de efectivo. Pero los costos de oportunidad se denominan así porque reflejan la oportunidad perdida de obtener ganancias a partir del uso alternativo de los fondos asignados al proyecto en consideración.

Las decisiones de presupuesto de capital se basan en flujos de efectivo incrementales actuales y futuros y no en flujos de efectivo pasados. Por lo tanto, al calcular el desembolso de inversión inicial neto, los analistas deben ignorar los costos hundidos e incluir los costos de oportunidad en su análisis.

No obstante, una vez que el inversor decide seguir adelante con su idea y llevarla a cabo, tendrá que calcular las necesidades operativas de fondos que su proyecto requiera.