El Tribunal Constitucional confirmó esta semana que son nulos e inconstitucionales todos los nombramientos de ediles no electos en los gobiernos locales de las grandes ciudades.
La democracia se define como una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.
España tiene una democracia representativa, en la que a través de unas elecciones, se eligen a nuestros representantes que gobiernan y legislan en nuestro nombre. Por lo tanto, los representantes políticos deben ser elegidos mediante el voto en unas elecciones libres.
¿Pueden existir ediles no electos?
La ley así lo permitía. A través de la Ley Reguladora de Bases de Régimen Local de 1985 establecía que el alcalde podrá nombrar como miembros de la Junta de Gobierno Local a personas que no tengan condición de concejales, siempre que su número no superara un tercio de los miembros, excluyendo al alcalde.
El tribunal ha considerado nulo este artículo y considera inconstitucional que los ayuntamientos de las grandes ciudades puedan nombrar miembros de sus juntas de gobierno local a personas que no tengan el acta de concejal por no haber resultado elegidas en las elecciones municipales.
Aun así considera válidos todos los acuerdos y resoluciones tomados por los gobiernos locales donde hubieran ediles no electos.
El TC ha resuelto esta cuestión al aceptar parte del recurso de inconstitucionalidad que en 2004 interpuso la Generalitat de Cataluña contra diversos preceptos de la Ley de medidas para la modernización del gobierno local, conocida como Ley de Grandes Ciudades.
Consideremos esta sentencia como un paso adelante de nuestra joven democracia. No permitir que ediles no electos puedan formar parte de los gobiernos locales, en una democracia representativa que elige a sus gobernantes a través del voto, es fundamental para la mermada credibilidad de las instituciones, aunque para que llegue la verdadera confianza en nuestros políticos, queda mucho que hacer.
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