Con la publicación definitiva de la Ley de Emprendedores, hemos conocido una nueva medida que se ha añadido en la fase final de la elaboración y aprobación de la ley. Se trata de las miniempresas o empresas de estudiantes, de la Disposición Adicional Novena, que se define como herramienta pedagógica que permita al alumnado (no dice si escolares, universitarios…) crear empresas con una vida limitada al curso escolar y prorrogable dos cursos más. Estas entidades podrán realizar transacciones, emitir facturas y abrir cuentas bancarias.
La norma no aclara mucho más; reglamentariamente se concretarán los requisitos, límites y vías para cumplir obligaciones contables y fiscales. La medida plantea muchas dudas en cuanto a la personalidad y responsabilidad que tendrán estos entes. De hecho, son varios los blogs que durante esta semana han criticado duramente la iniciativa. Es cierto que lo más probable es que el futuro desarrollo reglamentario de esta medida sea insuficiente o ambiguo. Seguramente estaremos comentando pronto las mismas inseguridades jurídicas o pérdidas de eficacia que ya empezamos a ver en relación a otras iniciativas de esta misma ley. Pero esto no debe desmerecer la intención con la que nace esta figura.
Considero positivo que se acerque a las aulas la posición de empresario o emprendedor. Sobre todo, que ese acercamiento no se limite a formación teórica que consista únicamente a transmitir mensajes de motivación y el repaso de los trámites necesarios para la creación de una empresa. Es necesario vivir realmente la experiencia para conocer en qué consiste eso de emprender y, sobre todo, que el alumnado se lo piense bien antes de lanzarse a la piscina (en contraposición al llamamiento masivo a montar un negocio que irresponsablemente se está realizando). En definitiva, se trata de aplicar el “Learning by Doing”.
“Es necesario vivir realmente la experiencia para conocer en qué consiste eso de emprender“
Es momento de ser prácticos. Ser prácticos tanto para diseñar una formación como para hacer negocios. Al conocer esta novedad de la Ley de Emprendedores se me vino a la cabeza el caso de Stanford’s Startup Garage, un programa de la escuela de negocios de la prestigiosa Universidad de Stanford que tiene como objetivo enseñar a los estudiantes a desarrollar una idea de negocio, pero sobre todo que lo lleven al mercado. Además de aprender sobre marketing, diseño de producto, finanzas, etc. tienen que ponerlo en práctica, enfrentarse a clientes reales. Sólo la experiencia nos permite conocer los problemas y situaciones que provoca el intentar vender, negociar con un proveedor o atender pagos, por ejemplo.
A día de hoy esta disposición adicional es esperanzadora. Si se juegan bien las cartas sí podría ser una solución para la formación y el fomento del espíritu emprendedor de los futuros empresarios de nuestro país. Más calidad y más cantidad. Veremos en qué queda al final.
octubre 8th, 2013
Buenas
Estoy de acuerdo contigo Manuel, esta iniciativa aunque pobre en contenido, augura un espiritu emprendedor necesario para jóvenes. El problema que yo veo y que creo que compartes conmigo, es la figura jurídica de dicha iniciativa. La responsabilidad mercantil que se deriva para sus componentes, que formas jurídicas pueden adoptar, ademas de incentivos económicos o fiscales pudieran recibir por su condición de “estudiante”.
Gracias por la noticia.
Un saludo