No es la primera ni la última vez en la que en INEAF reflexionamos sobre la labor del asesor o abogado. Es cierto que insistimos bastante en la rama fiscal y contable del asesoramiento debido a la naturaleza de nuestro Instituto, pero también por otros aspectos peculiares de los despachos profesionales en esta materia como es el lidiar con el “no quiero pagar nada a hacienda” que tanto escuchamos a nuestros clientes.
En la tribuna de hoy, quiero abordar cuatro puntos clave sobre el servicio que ofrece el asesor: el tiempo, la cantidad, la calidad, y la forma. Por supuesto debemos partir de la idea de que dichos puntos no pueden observarse individualmente, sino que tienen que analizarse desde una perspectiva global.
Cualquier profesional, querría en poco tiempo despachar a una cantidad importante de clientes, con la mayor calidad posible, y de forma clara y ordenada.
¿Y porque no?
El cine norteamericano del que soy fan incondicional ha hecho mucho daño al mundo de la abogacía y asesoramiento. Todos hemos querido ser como Tom Cruise en la “La tapadera”, Gregory Peck en “Matar a un ruiseñor”, o como Keanus Reeves en “Pactar con el diablo”. Siempre hemos visto como abogados de prestigio se quedan de madrugada estudiando casos importantes hasta muy tarde para lucirse en el juicio y conseguir el éxito en su carrera. Todo esto nos hace tener una idea preconcebida sobre este mundo en la que el mejor abogado o asesor y el que más trabaja, es el que hasta el último día se queda hasta tarde en el despacho para garantizar un servicio de calidad.
Permítanme que les diga, que esto es cine, y nada más. ¿Por qué hay que quedarse hasta el último día de plazo presentando impuestos? ¿Por qué no podemos coger un cliente por que estemos en plena campaña de IRPF o de Impuestos sobre Sociedades? ¿Por qué no cogemos un recurso o reclamación ante un requerimiento de Hacienda porque no tenemos tiempo para analizarlo? ¿Por qué optamos por el camino fácil cuando no tenemos tiempo, inventándonos una milonga para el cliente, en lugar de hacer planificación fiscal?
En todas estas preguntas está presente el tiempo, la cantidad, la calidad y la forma.
Tenemos que ser conscientes que el mejor servicio empieza por una autogestión y planificación del tiempo que tenemos.
Si nos paramos unas horas, unos días o incluso unas semanas en planificar una organización de nuestro tiempo a través de fórmulas de trabajo automatizado con protocolos de actuación que nos permitan agilizar nuestra carga, podremos ahorrar bastante tiempo en el futuro.
Está claro que las primeras fórmulas de trabajo que empleemos no siempre darán el resultado esperado, pero debemos lanzarnos al ensayo y error para encontrar una forma en la que poder gestionar a todos nuestros clientes con el tiempo preciso. Ni un segundo más, ni un segundo menos. Para ello, los protocolos de actuación en cada tipo de servicio nos ahorraran bastante tiempo a la hora de prestarlo, ya que sabremos las pautas básicas que deberemos seguir y aunque debamos improvisar por la peculiaridad de cada cliente, siempre sabremos lo que tenemos que hacer en cada momento sin perder tiempo en la búsqueda de información.
De esta manera podremos medir el tiempo preciso que requiere nuestro trabajo y así poder ordenarlo para poder dar un valor añadido de calidad al servicio siendo eficaces y eficientes.
Creo que con un ejemplo podremos simplificar el concepto que quiero transmitir:
Si sabemos que el cliente X es una sociedad con un volumen importante de facturación y que aplicar el protocolo de preparación y presentación del IVA trimestral nos lleva 3 horas en campaña de impuestos, si durante todo el trimestre aplicáramos media hora cada día a la gestión y planificación fiscal, podríamos reducir el tiempo en la campaña, ofreciéndole seguridad y calidad debido a esa planificación que hemos realizado y además, podremos tener tiempo para poder gestionar a otro cliente. No obstante no debemos perder el norte de la situación, ya que debido a las relaciones interhumanas, no podremos automatizar todo nuestro trabajo a través de protocolos u otras fórmulas, pero si nos pueden ayudar a descargar nuestro trabajo para poder tener más clientes y prestarles el mejor servicio posible. De esta
Este debería ser el fin último de todo abogado o asesor, para cuando finalice la jornada laboral, poder salir pitando para casa para estar con la familia, amigos, o ver a Al Paccino en “Justicia para todos”.
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