Valor razonable
El Plan General de Contabilidad define el valor razonable “como el importe por el que puede ser intercambiado un activo o liquidado un pasivo, entre partes interesadas y debidamente informadas, que realicen una transacción en condiciones de independencia mutua.”
Cuando una empresa no tiene intención de vender un activo puede ser porque esté esperando el momento oportuno para hacerlo cuando este ha revalorizado su valor. En estos casos, estos activos se incluirán en los estados financieros por su valor razonable, para que efectivamente estén representados por el valor que tienen en un mercado activo.
La aplicación de este principio es ideal para operaciones tales como transacciones, permutas, fusiones, fondos de comercio, aportaciones de capital y las valoraciones de elementos de inmovilizado. En estos casos, las valoraciones ayudaran a que la imagen de la empresa sea lo más fiel posible a la realidad, que es lo que se busca en cualquier sistema contable.
Para calcular el valor razonable se puede tomar como base un valor fiable de mercado, como puede ser el precio cotizado en un mercado activo. Estos mercados activos se caracerizan porque es donde los bienes que se intercambian son homogéneos, los precios son conocidos, existen tanto compradores como vendedores para los bienes.
El valor razonable tambien se puede obtener mediante la aplicación aplicando modelos y técnicas de valoración. Si en el caso de la venta de un activo no podemos tomar referencias porque no existe un mercado activo, podemos tomar referencias de transacciones recientes que se hayan realizado de forma independiente entre las partes interesadas. Igualmente podemos tomar el valor razonable de otros activos que sean sustancialmente iguales o usar modelos generalmente usados para valorar opciones.
Cuando hablamos de precio de adquisición tenemos en cuenta el importe en efectivo y otras partidas equivalentes pagadas. Cuando proceda, también se puede considerar como el valor razonable de las contraprestaciones derivadas de la adquisición y con la puesta en condiciones operativas del bien adquirido.
El coste de producción es el gasto necesario para fabricar un bien o para generar un servicio. Estos costes pueden ser directos o indirectos. Estos últimos son los desembolsos de la empresa durante el proceso productivo y que no se pueden asignar de manera directa a una unidad, sino al volumen de la producción.
Debemos de tener cuidado para no confundir con el valor real que es el que tiene un bien en el mercado en un momento determinado teniendo en cuenta su desgaste y la antigüedad que tiene.
Esta diferencia se comprende mejor con un ejemplo. Un activo financiero puede tener un precio en el mercado de 50 €, este sería el valor razonable, aunque no sea la valoración más ajustada a la realidad porque existen factores externos a tener en cuenta. Sin embargo, para un analista el valor real de ese activo puede ser de 70€ debido a la situación que atraviesa la bolsa en ese momento específico.